Los señores rectores de las
universidades españolas, que son el ciento y la madre, han regalado un soberano
plantón al muy polémico y prestigioso sociólogo Wert, a la sazón ministro del
Gobierno del PP. La precisión partidista tiene su importancia, no crean. Si la
cita hubiese sido concertada por el Psoe, dudo muy mucho de la unanimidad del
desencuentro.
Los señores rectores del montón de
universidades españolas están muy disgustados. Con el Gobierno del PP, claro.
Los rectores de las universidades andaluzas no tienen razón alguna para
cabrearse con la Junta de Griñán y Valderas. Por favor, qué disparate. Seguro
que están al día de las deudas contraídas por el Gabinete autonómico y toda la
culpa es de Rajoy. Sin descartar a Aznar, eso sí, que para eso hizo lo que
dicen en Irak.
Los señores rectores, muchos de ellos
a bordo de lujosos vehículos oficiales, representan a la élite del conocimiento
del país. Y eso viste mucho. Dónde se va a poner el infeliz Wert que no haya
sido trillado por los miembros de la CRUElla de Vil. El ministro se atreve a
rechazar la celebración de un Consejo Extraordinario para debatir el Real
Decreto de medidas urgentes de racionalización del gasto educativo. Desde
luego.
Los señores rectores están de uñas.
De garras en algunos casos. La universidad española, por cierto situada entre
los pueblos bárbaros del “limes” de las doscientas mejores del mundo, no podrá
progresar con estos recortes. Que acuchillen o tijereteen a los niveles
inferiores de la Enseñanza que, algún día, habrán de nutrir las facultades, eso
no es de su interés. Si los universitarios noveles arrastran losas de
ignorancia, no serán los rectores quienes denuncien ese lastre ni establezcan
unos filtros mínimos. Eso no.
Los señores rectores quieren dialogar
con Rajoy. Igualico que los señores feudales de CC.OO y de UGT cuando
pretendieron puentear a la ministra de Trabajo por no sujetarse a sus
exigencias. Si la universidad está en manos de semejantes negociadores de
pitiminí, habrá que cuestionarse el papel de dichos dirigentes y, sobre todo,
la administración que llevan a cabo de tan esencial servicio social.
Los señores rectores deberían
responder del nivel académico de sus Centros. Y mostrar la realidad de los
horarios de algunos catedráticos de ciertas facultades. Por ejemplo: ¿es cierto
que muchos de ellos concentran toda su actividad docente en dos días a la
semana, a fin de dedicarse a otras actividades los otros tres días? A ver si
los recortes de los que se quejan tienen su incidencia en derechos no reconocidos
y en acciones que se niegan a profesores de Primaria, de Secundaria o de
Formación Profesional.
Los señores rectores debieran mirarse
menos el ombligo, dejarse de demagogias baratas en estos tiempos de seis
millones de parados y cooperar en el camino de la distinción de las
universidades. Si quieren hacer política, ya saben.