viernes, 2 de diciembre de 2011

Desde Montánchez, Los cadáveres, quietos


Ante la imparable presión popular que pedía un nuevo acomodo para los restos del extinto Caudillo, dilectos expertos en Franco han decidido removerlo de su catafalco, y llevarlo a la que fue su casa: El Pardo.

Leído este párrafo en aquel tono mayestático de Matías Prats, el resultado sería el mismo: enojo o coña nacional, depende. Estos socialistas de burril se despiden con otra gamberrada más. A Martes y Trece no se les hubiera ocurrido un episodio tan gilipuertas como éste. Recuerdo la grave admonición que gritaba hace años un sepulturero a los estudiantes de Medicina que pululaban por los cementerios para apandar huesos: “Dejadme los cadáveres quietos, ¡coño!”

Españoles, Franco NO ha muerto

Al papa Esteban VI, en 897, no acababa de gustarle cómo le había tratado su antecesor, Formoso, así que mando exhumar su cadáver nueve meses después de su muerte, para someterlo a juicio en un concilio histórico. Morboso, ¿verdad? Pues aquí estamos en esas. O está la izquierda, la que se dice muy alarmada con recortes sociales y ‘agendas ocultas’ pero que, en el caso del diario de Roures, dedicó anteayer su primera e incontables páginas interiores a... ¡Franco! No, no está usted mirando un periódico de otra época; estamos en noviembre de 2011, el generalísimo lleva muerto y enterrado 36 años y tenemos asuntos no para ocuparnos, sino para alarmarnos con terrible urgencia. Es maravilloso cómo se retratan.

Gusto da, por contraste, leer a un rojo ‘pata negra’ como Carlos Carnicero, a quien nadie podrá acusar de veleidades derechistas, pero que mantiene la cabeza sobre los hombros lo suficiente como para opinar en su ‘blog’ (): “La demonización de la Transición española es uno de los legados más nefastos de José Luis Rodríguez Zapatero. Él no tuvo edad para participar en el final del franquismo y en la construcción de la democracia; en consecuencia, no estuvo bien hecho ese proceso. No hay nada más confortable que ser antifranquista en el siglo XXI. Por lo tanto, es un estadio ideal para generar crispación con la recuperación de un antagonismo que la Ley de Memoria Histórica –que fue un acto de propaganda sin presupuesto– nos deja como herencia. Por si faltaba algo más como acto póstumo, el zapaterismo nos deja el cadáver de Franco encima de la mesa”. La izquierda es una ideología estúpida y suicida seguida por muchas personas inteligentes, paradojas de la vida.

Leo en ‘El Mundo’ que “Carmen Alborch pide que el feminismo sea ‘patrimonio democrático de la Humanidad”. Yo me secundo la moción con la condición de que se haga lo mismo con la bomba lanzada en Hiroshima. ¿Seguimos con tonterías o nos metemos ya con lo importante? ‘

¡¡Descansen en Paz!!

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