Zeta ha entrado en un punto que, por una parte, preocupa a las gentes más ilustradas del PSOE, pero que a los demás nos pone los pelos de punta. A los socialistas, tal y como van las cosas, les desvela la cada vez más segura pérdida del poder; a los demás, nos aterroriza el desgobierno de una España que llevan a la deriva.
Datos de las dos últimas semanas. Primero: la pésima gestión del secuestro del Alakrana puso en evidencia las pésimas relaciones entre la vicepresidente De La Vega y la ministra de Defensa, más la incapacidad del ministro de Asuntos Exteriores.
Segundo: el secuestro de los españoles en Mauritaria profundiza en la herida, con la sensación generalizada en España de que este Gobierno es incapaz de resolver los problemas.
Tercero: la descoordinación entre el Gabinete del Presidente del Gobierno, la ministra de Cultura y el aparato de organización del PSOE ha puesto a los internautas en pie de guerra, en una batalla muy difícil para Zeta, que le ha venido por donde menos se imaginaba.
Cuarto: el caso de la activista saharaui en huelga de hambre en Lanzarote le ha dado un punto de desconfianza a la izquierda que no existía hasta el momento, y que subraya el desgobierno de un Zeta que creía que con sonrisas se solucionaba todo, pero que ahora ya sabe que no es así.
Júntese la polémica estúpida sobre los crucifijos, la Ley del aborto, el descontento del mundo del fútbol y la crisis económica y social, para sacar como conclusión que el desgobierno de Zeta es muy preocupante para el país.
No se trata de especular si Zeta así ganará o no las elecciones, sino si España puede soportar mucho tiempo este caminar sin rumbo hacia no se sabe dónde.
Porque incluso de este modo la izquierda puede salir a la calle y llenarle las urnas de votos para evitar que gane el PP, pero la realidad es que no hay análisis serio que apruebe la gestión de quien ya se ha ganado el título para la historia: Zeta, el incapaz.
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