sábado, 19 de noviembre de 2011

Desde Montánchez, UN LIBRO DESVELA LA SABIDURÍA ANCESTRAL DE LOS FOGONES DE MONTÁNCHEZ


Los usos y costumbres ancestrales de la cocina en la comarca cacereña de Montánchez y Tamuja forman parte de una publicación antropológica que muestra la sabiduría al frente de los fogones de un centenar de mujeres, algunas de ellas centenarias.

El libro "Gustos y regustos de la Sierra de Montánchez y Tamuja" recupera tradiciones de "toda la vida" de esta zona, como la sopa de "buñuelillos" y "cachuela", las patatas "enconejás", las habichuelas con oreja de cerdo y el "puchero", ha explicado su autor, Antonio Gázquez Ortiz, en rueda de prensa.

La publicación ha sido presentada  en Cáceres por el diputado provincial de Turismo, Álvaro Arias; el vicepresidente de la Asociación para el desarrollo integral de la sierra de Montánchez y Tamuja (Adismonta), Álvaro Luis Merino; y el director gerente de la asociación, Manuel Bautista.

El libro, editado por Adismonta, es fruto de una "profunda" investigación, centrada en las singularidades y el recetario que durante siglos ha sido transmitido de manera oral y escrita en la comarca, ha explicado el autor.

El trabajo recoge además las recetas de los platos más típicos y un diccionario de términos gastronómicos, que incluye palabras como los "escaldaillos", referidos a los pestiños; el "condío", nombre con el que se conoce a los platos de embutidos; y la "enjundia", palabra popular para denominar la parte esencial de un guiso.

El "burranco", referido a un burro joven; la "cachetía", una tradición del Día de Todos los Santos; y la "gordura", referido al tocino, son otros de los términos unidos al imaginario colectivo de la comarca de Montánchez y Tamuja.

Se trata de palabras que hablan de la gastronomía de subsistencia, los festines de los convites o la repostería de "toda la vida", según Gázquez Ortiz, que ha insistido en la necesidad de fijar la memoria de la cultura rural.

También son protagonistas los "cacharros" y utensilios presentes en los fogones en la cocina, unas herramientas que permiten "recomponer los fragmentos de nuestra propia historia", ha destacado. 

«Se ha perdido la tradición de las comidas de los velatorios»
VELATORIO
El libro que fue presentado ayer  en el Palacio de Carvajal, 'Gustos y regustos de la Sierra de Montánchez y Tamuja', no es un libro al uso de cocina y recetas, es un libro que emociona, porque la mayoría de los que lo leen comentan que vuelven al pasado 30 ó 40 años, y se ven levantando de nuevo la tapa del puchero para mirar y oler la comida que había preparado su madre o su abuela. 

Eso es lo que recalcaron  Manuel Bautista y Álvaro Luis Merino, gerente y vicepresidente de Adismonta que es quien ha encargado el libro a Antonio Gázquez. Álvaro Arias, diputado de Turismo de la Diputación, también destacó la magia del libro hecho por un cordobés que lleva 29 años en Extremadura, que afirma que ha disfrutado mucho cuando a lo largo de la primavera y el verano pasado viajó a cada uno de los 22 pueblos que forman la comarca, para hablar con mujeres y hombres, muchos de los cuales estaban ayer en la presentación del libro del que el autor insiste en que se dé a leer a los más jóvenes, para que no se pierdan tradiciones que deben mantenerse.


-¿Al buscar información para hacer el libro se ha encontrado con costumbres gastronómicas curiosas en esta zona?

-Sí. Por ejemplo, había gente que se ganaba la vida haciendo fideos, o helados. También había una persona que iba por los pueblos para rallar el chocolate. Hay oficios que se han perdido con el tiempo, como el del hombre que hacía la mantequilla.

-En sus reuniones en los pueblos habrá entrevistado a personajes peculiares...

-Hablé con el último molinero de la zona, que me dijo que llevaba 40 años cenado lo mismo: sopa de tomate.

-En su libro habla de costumbres culinarias que se pierden, como la de los velatorios con comida.

-Sí. Con los tanatorios se ha perdido totalmente la tradición de las comidas de los velatorios. En las casas en las que se velaba el muerto se daban, sobre todo, sopas de pollo o de gallina, también algo de cocido, sopas de buñuelillos o la sopa de cachuela, en algunos casos, y muchos dulces. La dulcería estaba muy presente en los velatorios. Otra cosa que me ha extrañado, es cómo hacían el pan en algunos sitios, que lo hacían fermentar metiéndolo en la cama del matrimonio, para aprovechar el calor que quedaba allí.

-¿No le parece extraño que en esta comarca ahora esté tomando fama algo tan nuevo como la industria de los bombones de higo?

-Lo que ha ocurrido con los bombones de higo es un ejemplo de cómo se puede dar un pequeño paso de tuerca con los productos que se tiene, con los productos de toda la vida, para sacar algo novedoso que gusta.


Vídeo de la  presentación del libro 
"Gustos y Regustos de la Sierra de Montánchez y Tamuja"

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