Sorpresas te da la
vida. Resulta que, al menos en esta ocasión, tenemos una Fiscalía General del
Estado que, remando en dirección opuesta al oscurantismo del Gobierno, ha
puesto todas las luminarias para enfocar a los duendecillos de Bankia. ¡Ay, con
lo a gustito que estaban ellos tras los cortinajes! Desde la mayoría popular en
el Congreso, naturalmente dirigida por el Gobierno, habían ordenado sordina
para que los responsables directos de la descomunal mentira de Bankia, no
pasaran por el trágala de dar explicaciones, pero resulta que es el propio
Fiscal General el que, en defensa de los ciudadanos y “el interés público
tutelado por la ley”, se arremanga y, manos a la obra, da su conformidad para
que se admita a trámite la querella contra los más listos entre los listos del
patio bancario.
La Fiscalía
Anticorrupción reclamó la competencia de la Audiencia Nacional, pese a las
llamadas que se le hacían “porque calladito estaba más guapo”, mientras el
Gobierno impedía que se investigara a los ilustres que, ladrillo a ladrillo,
habían desmantelado el edificio. Así, alguien tan intocable como Rodrigo Rato,
poderosísimo exvicepresidente del Gobierno y culo de mal asiento, tendrá que
responder a muchas preguntas. No estoy negando la presunción de inocencia, sino
haciendo valer la reserva constitucional de que en España el único inimputable
es el Rey y de ahí para abajo todos podemos calentar más banquillo que el
portero Reina. Presunción de inocencia, sí, y presunción de verosimilitud
delictiva, también. Si hubo mala gestión, que se sepa, si hubo intereses
interpuestos, que se conozcan y si aquello acabó en manos de delincuentes, pues
que se obre en consecuencia, porque, de momento, encima de la mesa hay indicios
de cuatro delitos: administración desleal, apropiación indebida, falsificación
de las cuentas y maquinación para alterar el precio de las cosas.
Imputados Rodrigo
Rato, Ángel Acebes, Herrero de Tejada, Mercedes de la Merced y otros ex
destacados del PP y alguno del PSOE, tendrán que explicarnos las proezas que
hicieron en la administración de Bankia porque, a fin de cuentas y a la hora de
pasar por ventanilla, Bankia somos todos. Incluso los que no teníamos ni un
euro en la entidad, hemos pasado, por fuerza de la nacionalización, a ser
propietarios de la ruina que otros gestaron. Al margen del resultado final, lo
que parece evidente es que los políticos convertidos en banqueros han sido un
fiasco para el sistema financiero. Sólo la ruina de Bankia nos va a costar
23.000 millones de euros, en un momento en el que estamos recortando hasta el
yogurt de los hospitales.
Ojala que esto abra
las puertas a la investigación de otros, que entraron a saco en los fondos de
las instituciones, y acostumbraban a levantar monumentos faraónicos con
la disculpa de que todo era escrupulosamente legal. Porque nos salvó la campana
de la crisis, hoy no tenemos un aeropuerto internacional en Cáceres para poder
pasear por sus pistas… Vienen a cuento las palabras de Martín Luhter
King, jr: ”No olviden que todo lo que Hitler hizo en Alemania era legal”
¿También fue legal lo que hicieron en Bankia?
Un Saludo
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