Mi reflexión desde Montánchez, se centra en un
interrogante. ¿Y si Rajoy decidiera, mañana mismo, convocar elecciones
generales?
Dos premisas. La primera, que Rajoy aceptó una
herencia calamitosa del Psoe de Zapatero. La segunda, que el Pp no es
responsable de la misma pero sí lo es de la gestión a partir del mismo día en
que formó Gobierno. De los hechos que vivimos, distingamos el qué del cómo. El
qué se reduce a la necesidad imperiosa de reducir un déficit que asfixia a la
sociedad, en cuyo caso, Rajoy acierta en el diagnóstico. El cómo se refiere a
las medidas idóneas para atajar la patología, las cuales distan muy mucho de
ser acertadas, sobre todo si se olvida que los culpables de la crisis se van de
rositas y reciben indemnizaciones millonarias, mientras que sus víctimas
han de soportar las consecuencias perversas de los actos de los verdugos.
En definitiva, el PP reacciona bien ante el
qué y mete la pata al aplicar el cómo. Lo cual nos lleva a pensar que el
Gobierno está fracasando en toda regla. A continuación, viene la pregunta
subsiguiente: ¿debe modificar su política o, por el contrario, debería dimitir
en pleno y congregarnos para unos otoñales comicios generales? La respuesta
queda en el aire.
Lo que no debe quedarse en el éter es la
decisión a tomar por el electorado. Si de nuevo otorga la mayoría
absoluta al PP, más vale no quejarse y agua y ajo, ya saben. Mas si el pueblo
ofrece su confianza al Psoe, pues la misma dosis de ajo y agua con la
diferencia de que la comida se repita hasta causarnos una irreversible úlcera
duodenal de efectos mortales.
Desde la certeza de la pésima política
desarrollada por don Mariano, sin albergar duda alguna acerca de la justa
cólera de los empleados públicos y de la ciudadanía en general, servidor
implora a sus compatriotas. Les suplico que tengan en cuenta los resultados de
un hecho que pudiera ser real: que Rajoy disuelva las Cortes y nos entregue la
facultad soberana de volver a elegir. Aventuremos la formación de un Gobierno
que coaligue al Psoe de los enchufados y de los derroches con esa izquierda de
hojalata que se transmuta en vampiro de necesitados y con los partidos independentistas
que venden su alma al demonio con tal de salirse con la suya. Vaticinen.
Me da miedo. Los líderes sindicales se quitan
la pana de las manifestaciones contra el PP una vez han incendiado las calles
con sus proclamas y se colocan el Armani para degustar caras bebidas
espirituosas en terrazas de lujo cercanas al itinerario céntrico por el que
discurrió la nutrida convocatoria. Piensen en ellos y en los jefezuelos
de los partidos que lanzan denuestos contra el PP. Prefiero un burro en mano que
cien caballos alados. Lo prefiero.
Un saludo.
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